lunes, 23 de noviembre de 2015

Desde dentro( 2 parte)


El 28 de octubre  me operaron durante 16 horas y el 29 de octubre a las 15 horas volví a entrar en quirófano porque uno de los colgajos se perdía. Un problema de canalización, le llegaba riego sanguíneo pero éste no tenía un medio efectivo de salida. Por eso tardaron tanto en la primera operación. Las venas que tenía mi pecho para evacuar eran muy pequeñas por eso hubo muchísima microcirugía. La mañana del 29, el tejido, aunque era mío , estaba poniéndose de un bonito violeta azulado. 

El cirujano, Alberto, y su inseparable enfermera Maite llegaron temprano a  verme. Lo supe en el momento que me vio. Le pregunte y me dijo que tenía el 50% de posibilidades de funcionar pero yo ya vi por sus gestos y expresiones que era muy probable volver a entrar. "De todas formas" me dijo” tranquila que hay tiempo de reacción, vamos a ver cómo va durante la mañana que ahora tengo quirófano".

La mañana paso, la verdad que bien y llevadera. Dejaron entrar a mi familia en varias ocasiones y eso me sentó de maravilla. El turno de enfermeras de la mañana era muy activo y atento.

Volvió a verme Alberto y me dijo: "señorita, tenemos que volver a operar”. Enseguida me llevaron a quirófano, la verdad que iba un poco en shock porque no recuerdo bien, sólo tengo flashes.

Vi mucha gente haciéndome un pasillo, todos vestidos de verde y con sus gorros. Uno de ellos me acarició la cara y me dijo: "venga campeona que esto no es nada”. Lo cual agradecí pero dentro de mí sabía que estaban preocupados.

Cuando llegue al quirófano, casi inmediatamente, me avisaron que me iban a pasar a la camilla lo más delicadamente que pudieran. Me rotaron un poco y note una fuerte puntaza en la tripa. En ese momento tuve miedo. Entre el dolor y ese horrible sentimiento tan conocido y malvado como siempre, se me escaparon unas lágrimas que Alberto no ignoro. Yo ni siquiera me había dado cuenta de que estaba ya allí. Me las limpio con sus manos y me pregunto:" pero bueno ¿y esas lágrimas?". Yo hubiera querido contestarle que lo que quería era salir corriendo de allí pero le mentí: "nada es que me han hecho mucho daño al pasarme a la camilla". Me pregunto si quería oír alguna canción y estúpidamente le dije: "because I´m happy". Comenzó a sonar y con ella recuperé la compostura. Seguidamente vi a Mario, el anestesista, que pregunto: "quién ha puesto esa canción". Conteste que la había pedido yo y ya no recuerdo más.

Cuando desperté de nuevo en compañía de mi madre y de Roberto, pregunte la hora. Me dijeron que las 9....vaya pensé y en un rápido calculo vi que en total 21 horas.

Esa noche mi cuerpo estaba tan pesado, era tan extraño para mí. Me sentí dolorida, triste y por primera vez desde que era muy pequeña lloré en silencio, deseando únicamente que mi madre estuviera a mi lado.  Rápidamente me di cuenta que mi madre me había dejado una foto de la virgen de Fátima, la busque en la mesita que tenía sobre mis piernas, no sin esfuerzo y al verla y tocarla me sentí muy reconfortada. Mi madre me había dejado con la mejor compañía y recordé que ella también había estado en quirófano. Un enfermero la había puesto debajo de la sábana y me lo dijo para que viera como lo hacía. 

El turno de esa noche, me lavo y me cambio. Las note a mi alrededor vigilando, colocándome el oxígeno, cambiándome la medicación. Ellas me prometieron que iba a dormir bien y así fue. No tengo una imagen nítida de ellas pero esa noche para mí fueron mis ángeles de la guarda.

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